El paso del Tajo hacia el Real Sitio

Seguimos hoy también con otro de los Caminos Naturales que pasan por nuestra Comunidad autonóma. Si el jueves pasado hablamos del Camino Natural del Río Lozoya, hoy nos trasladamos al sur para realizar un tramo de del Río Tajo.
Desde Colmenar de Oreja hasta Aranjuez hay unos 28 kilómetros, lo que a todas luces nos obliga a hacerla en dos o tres jornadas, a gusto de cada uno. Dividir la ruta va a ser posible gracias a la línea 430 Aranjuez-Villarejo de Salvanés que tiene paradas intermedias en Villaconejos que lo tendremos a medio camino y relativamente cerca, de manera que podemos hacer una etapa Colmenar-Villaconejos y otra Villaconejos-Aranjuez.

La etapa se inicia en la elevada población de Colmenar de Oreja. El camino desciende al encuentro del Tajo, que se acerca sin remisión a su paso por el Real Sitio y Villa de Aranjuez.
Iniciamos la etapa por el extremo sur de la localidad, junto a la ermita del Santísimo Cristo del Humilladero, en la que podemos aprovisionarnos de agua. Los primeros metros nos llevan por una zona de descanso con pinos y mesas de picnic.

La pista, tras un corto descenso, alcanza la parte superior de la meseta desde la que se puede contemplar gran parte de la ruta. Tras cruzar la carretera M-322, se divisa el espectacular paraje de Valdegrederos que la etapa cruza perpendicularmente en un entretenido descenso hacia el rio Tajo. El camino que discurre por este paraje, va serpenteando entre olivares y pinares.

Una vez en la zona baja de este valle, el camino se amansa nuevamente discurriendo sobre buen firme entre juncos y olivos. Tras unos nueve kilómetros se alcanza un cruce que encamina el trayecto directamente hacia el río Tajo.


En este tramo, que roza el límite provincial, se pasa por debajo de un puente por el que circula la carretera CM 322. Tras un cruce a la izquierda, se accede a una zona de campos de cultivo de cereales. Aquí el camino se dirige hacia el Oeste, encontrando varias instalaciones hidráulicas asociadas al río Tajo, como es el caso de una ETAP (Estación de Tratamiento de Agua Potable).

El recorrido se separa temporalmente del río, pero pronto vuelve a su encuentro, siguiendo a través de vías pecuarias. En su proximidad se encuentran tierras fértiles donde se cultivan frutas y hortalizas (calabacines, pimientos, tomates y melones); de hecho, Villaconejos es una localidad conocida por la calidad de su producción hortofrutícola. También se pueden admirar las ruinas del castillo de Oreja en las colinas al otro lado del río.
Llegado este punto, las zonas de sombra empiezan a ser bastante frecuentes, y en los días calurosos su refugio es agradecido por el caminante. Las Casas del Reloj, es el primer conjunto arquitectónico destacable que se encuentra en el camino, avanzando por carreteras de buen firme y con grandes árboles a ambos lados en dirección a la localidad del Real Cortijo de San Isidro, que recibe al visitante con la ermita del mismo nombre, en su plaza Mayor.


Desde esta localidad se vuelve a tomar rumbo al sur para salir de nuevo al encuentro con el Tajo, que se dispone a hacer su entrada en el Real Sitio de Aranjuez. La entrada en esta majestuosa ciudad, Patrimonio de la Humanidad, se hace a través de una gran recta de unos dos kilómetros conocida como la calle de la Reina y que discurre al lado de los Jardines del Príncipe. Esta gran avenida es un regalo para los sentidos del caminante, que han recorrido prácticamente 28 km desde Colmenar. Ya en el corazón de la ciudad se pueden conocer los maravillosos monumentos que alberga: el Palacio Real; las Iglesias de San Pascual, Alpajés y San Antonio; el antiguo Cuartel de Pavía; el Palacio de Godoy; la Plaza de Toros y un largo etcétera.



Una curiosidad: Paso de la Barca

Aún no se pueden ver algunos pasos de barca, que eran muy habituales, por todo el Tajo, imponiéndose en número incluso a los puentes. No requerían grandes inversiones y económicamente eran rentables. Estas plataformas de madera cruzaban en ambas direcciones, apoyadas en cuerdas, y eran empleadas por los transeúntes para vadear el río.

Patrimonio de la Humanidad

La ciudad de Aranjuez fue declarada Paisaje Cultural y Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2001.

La UNESCO valoró la ejemplar interacción entre el hombre y el medio natural en este territorio. Precisamente, la sabia intervención humana que supo entender y respetar la naturaleza, dio lugar a un paisaje diverso y rico, un territorio donde la acción del hombre ha sido determinante para modificar el medio y transformarlo según sus necesidades, sin menoscabo de su aprovechamiento por parte de infinidad de formas de vida que encuentran en esta diversidad de hábitat, un lugar idóneo para vivir.

Los Paseos Históricos fueron el eje central de un elaborado plan para recrear mediante jardines, bosques, trazados, calles y huertas un mundo natural completo de ocio, caza y disfrute estético de los reyes. Recorrer estos paseos, de los que aún pervive su trazado y sus árboles centenarios, es detenerse en el tiempo y comprender que se puede vivir en armonía con la naturaleza.

Palacio de Aranjuez

Los orígenes del palacio se remontan al año 1561, cuando el rey Felipe II ordenó su construcción al arquitecto Juan Bautista de Toledo, que tuvo que ser continuada posteriormente por Juan de Herrera. El palacio sufrió graves incendios en los años 1660 y 1665, pues buena parte del edificio era de madera. Fue reconstruido por Santiago Bonavía en tiempos de Fernando VI. Las dos alas laterales son obra de Francisco Sabatino por encargo del rey Carlos III. La ornamentación del edificio es de ladrillo visto con zócalos, ángulos, cornisas, marcos de ventana, balcones y puertas de piedra de Colmenar de Oreja.

El otro gran atractivo del Real Sitio son los jardines. Fueron considerados los más hermosos de su tiempo y aún hoy siguen cautivando a los visitantes. El jardín de la Isla y el jardín del Rey, responden a una fusión hispana de los conceptos italianos, flamencos y musulmanes. El jardín del Parterre es de diseño francés y fue realizado en época de Felipe V, el primer rey Borbón, a principios del siglo XVIII.

El jardín del Príncipe fue un capricho de Carlos IV y se caracteriza por una gran variedad vegetal, con especies de Asia y América, y por sus numerosas fuentes de piedra y mármol coronadas con estatuas de la mitología clásica. Este es el jardín más grande.

Dentro de este jardín se encuentra la Real Casa del Labrador, construida a petición de Carlos IV. En el palacete se conserva uno de los conjuntos neoclásicos más importantes de Europa.