Nos desplazamos hoy hasta el distrito de Tetuán para recorrer varias construcciones históricas de nuestra ciudad, que por desconocidas tienen si cabe más atractivo.
No estamos refiriendo a la Colonia Histórica de Bellas Vistas y a los Viajes del Agua de Amaniel. 
De nuevo otra ruta que se realizó desde el Grupo de Senderismo Urbano de los Centros Municipales de Mayores de Chamartín, dentro de un pequeño ciclo que nos llevó a descubrir colonias históricas fuera de nuestro distrito.
Para eso, nos dimos cita en la estación de Metro de Francos Rodríguez para por los números impares retroceder hasta la altura del número 51 de esta calle. Allí nos encontraremos una valla que impide el paso en determinadas franjas horarias a la Colonia Histórica Bellas Vistas. Esta restricción horaria es motivo de conflicto y controversia entre el resto del vecindario, pues raya la legalidad.

Pero dejando a un lado esta controversia, en las horas diurnas se puede acceder desde este punto (el nº 51 de la calle Francos Rodríguez) al Pasaje de Bellas Vistas, que con un bellísimo bulevar, se convierte en el eje principal de esta coqueta colonia.

A ambos lados de la calle vamos a poder deleitarnos con bellas casas y palacetes unifamiliares, que como la totalidad de las colonias históricas de Chamartín, se construyó al amparo de las distintas mal llamadas leyes de casas baratas del primer cuarto de siglo XX. Y decimos mal llamadas, porque su precio solo era asequible en los años 20 y 30 para clases medias acomodadas. 

En la actualidad muchas de la viviendas de esta colonia están ocupadas por empresas que han establecido sus sedes en los palacetes más bellos de esta colonia.

Para poder deleitarnos con esta pequeña colonia, recorremos todo el pasaje de Bellas Vistas, que en su mitad hace un giro en ligero descenso y a la derecha para encontrarse con el otro acceso de la colonia por la calle Leñeros, a la que nos dirigiremos.

Una vez superada la otra puerta de acceso que igualmente está restringida por las noches, tomaremos la calle Leñeros a nuestra izquierda, y en apenas 50 metros pero fuera de la colonia, nos encontraremos un singular edificio que también se construyó en la fiebre ampliadora de Tetuán en los años 20, pero que bien merece una parada para observarlo con detenimiento por su originalidad de los muros exteriores.

Vamos a continuar nuestra marcha por esta calle Leñeros hasta su primera confluencia con la calle Antonia Domínguez. Giramos a la derecha y seguimos esta última hasta su final a 200 metros. La calle que continúa justo enfrente, se denomina María Pedraza, que seguiremos igualmente hasta su final en la confluencia de la calle Dr Federico Rubio y Galí. En este punto giramos otra vez a la derecha y en apenas 50 metros estaremos en la Avda. Pablo Iglesias. Nos encontramos ya cerca del Acueducto de Amaniel, pero antes en la avenida tendremos enfrente la puerta de entrada Jefatura Superior de Policía de Madrid. Sin embargo nosotros giramos hacia la izquierda y descendemos por la vaguada característica que marca el Acueducto en la Avda. Pablo Iglesias. Nos encontramos ya en nuestro segundo punto de visita. El Acueducto de Amaniel.

En el espacio verde de los Jardines de Carlos París vamos a hacer la parada para explicar el origen de este acueducto y su relación con Los Viajes del Agua.


El Acueducto de Amaniel, se encuentra ubicado en la actual avenida de Pablo Iglesias. Históricamente el único abastecimiento de agua que contaba Madrid eran los viajes de agua, antiguo sistema de captación del líquido elemento a través de las capas freáticas y de arroyos del noreste de Madrid y que para mediados del siglo XIX, con 220.000 habitantes, resultaban insuficientes.

En 1848, el ministro de Instrucción, Comercio y Obras Públicas, Juan Bravo Murillo, encargó una Comisión encabezada por los ingenieros Juan Rafo y Juan Rivera con el propósito de estudiar los proyectos alternativos para el suministro de agua que se hubieran realizado con anterioridad. En diciembre de ese año se presentó la denominada Memoria sobre la conducción de aguas a Madrid, un proyecto revolucionario que consistía en traer el agua del río Lozoya, en la sierra hasta Madrid. El proyecto se denominó Canal de Isabel II, ¿te suena? Recibió ese nombre en honor a la reina Isabel II que lo financió en gran parte.

Las obras comenzaron en 1851 con la construcción del la Presa del Pontón de la Oliva, muy cerca del pueblo de Patones.

Este fue el último acueducto-puente del Canal Bajo de Madrid. Un canal de transporte de agua del Canal de Isabel II que comunica el depósito inferior de la central eléctrica de Torrelaguna con el depósito de Islas Filipinas (el llamado Tercer Depósito) ya en la ciudad. El Canal Bajo tiene una longitud de 58,1 km, con un desnivel mínimo, que no llega a los 24,5 m.

Su tramo final, desde la almenara del Empalme a Madrid, formó parte del canal primitivo inaugurado por la reina Isabel II en 1858.

Es importante destacar que es una obra totalmente diferente del llamado Viaje de Amaniel o de Palacio. Este fue construido en el periodo que va desde 1614-1616, y recibía el nombre de viaje de Palacio ya que durante el reinado de Felipe III se dedicó a abastecer al Alcázar de Madrid. Proporcionaba caudal a tres fuentes públicas las de matalobos, del cura y la de la plaza de la armería. Se encontraba próxima a la Fuente de los Caños del Peral algunas de cuyas galerías se pueden ver en el museo metropolitano de la Estación de Ópera.

En el año 2004, un proyecto del Ayuntamiento propuso unir la plaza de Cuzco con la M-30 atravesando el distrito mediante un túnel subterráneo que implicaba la demolición del acueducto. La oposición de los vecinos consiguió salvarlo, pero lamentablemente quedó enterrado gran parte a nivel de la calle no pudiéndose apreciar los diecisiete ojos que lo conformaban, pero al menos se conservo la parte que hoy podemos ver.

Sin embargo, si cruzamos la Avda. Pablo Iglesias y tomamos el Paseo Juan XXII, se encuentra a escasos 200 metros a nuestra derecha la entrada al Viaje del Agua de Amaniel, en el denominado Parque de las Cuevas.

Esta visita no pudimos realizarla, pero queda pendiente entrar en ellos.

Este tramo visitable de 50 metros del Viaje de agua de Amaniel, una infraestructura hidráulica de suministro de agua a la ciudad, mandada construir por Felipe III en 1613, que recogía el agua del subsuelo del norte de la ciudad para llevarla, a través de galerías subterráneas, al Palacio Real. Tras un proceso de rehabilitación de uno de sus tramos, puede ser visitado de manera gratuita.

Este viaje de agua fue construido a imitación de los mayrat (cursos de agua) árabes. El nombre de Amaniel procede de la antigua Dehesa de Amaniel, actual Dehesa de la Villa, que es donde se capta el agua del nivel freático. El tramo rehabilitado recorre unos 50 metros y es conocido como Viaje de Palacio, porque es el camino realizado para abastecer de agua a la residencia real. Consta de tres galerías revestidas de ladrillo, que cuentan con varios pozos de ventilación y acceso, así como de hornacinas en las paredes para colocar iluminarias.

El departamento de Educación Ambiental del Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid organiza visitas guiadas gratuitas para conocer en profundidad su historia y las curiosidades que giran en torno a algunos de los viajes de agua del subsuelo madrileño.
Actualmente existen dos itinerarios: Desde la Dehesa de la Villa hasta Caño Gordo, donde se encuentra el tramo rehabilitado, y desde Caño Gordo hasta el Caño del Peral, situado en el subsuelo de la Plaza de Isabel II (dentro del vestíbulo de la estación de Metro de Ópera) donde se pueden ver los restos de la fuente en la que acababa parte del agua de este viaje.

Retomaremos nuestro camino otra vez hacia la Avda. de Pablo Iglesias. Al llegar a ella giramos a la izquierda, sobrepasando la vaguada del Acueducto que lo tendremos enfrente en la otra acera.
Una vez superada la vaguada, pasamos por delante de la puerta de la Jefatura Superior de Policía que antes mencionábamos. Esta comisaría hace esquina con el segundo tramos de la calle Dr. Federico Rubio y Galí hasta que su confluencia en apenas 150 metros con el Parque de Francos Rodríguez. Recorreremos este espacio verde en transversal para salir a la calle Arquitecto Sánchez Arcas. En este calle debemos cruzar a la otra acera, donde unos 50 metros antes de la glorieta que hace confluir esta calle con la Avda. de las Moreras, nos encontraremos unas escaleras que nos llevarán hacia la calle del Valle de Arán y nos asoma ya a nuestro último objetivo, la Dehesa de la Villa.

Retomamos la calle Valle de Arán en dirección norte, pasando por la puerta del famoso Colegio de Huérfanos, dándonos ya la entrada por calle peatonal a la Dehesa de la Villa.

En 1152 el rey Alfonso VII de León donó a la villa de Madrid los terrenos en los que se ubica el actual parque, que fueron utilizados para el pastoreo, perdiendo gran parte de sus encinas originales. Se sabe que en 1457 los llamados Altos de Amaniel ocupaban 2529 fanegas (unas 1000 hectáreas, o 10 km²) y que desde 1485 abastecía de carne a la villa. Con el tiempo la Dehesa fue perdiendo extensión, ya que los sucesivos regidores edificaron en estos terrenos.

En 1530 se destinaron 1570 fanegas para labranza y en 1608 se parceló y arrendó gran parte de la Dehesa para pagar el traslado de la Corte a Valladolid y la construcción del Palacio Real. Fernando VI vendió 327 fanegas, con lo que la extensión total se redujo a apenas 698. Carlos III arregló la Vereda de Carabineros, actual calle de Francos Rodríguez, que era el camino que comunicaba los palacios del Buen Retiro y de El Pardo. Carlos IV tomó otras 418 fanegas para incorporarlas al Real Sitio de la Florida.

Plantaciones de pinos en la Dehesa de Amaniel en 1890 (La Ilustración Española y Americana, dibujo al natural de Juan Comba, grabado de Arturo Carretero).

La Dehesa siguió ampliando su superficie hasta el reinado de Isabel II. El 11 de mayo de 1860, el ejército de África entró en Madrid y acampó durante dos días en la Dehesa. Un año después se vendió una parcela a la Beneficencia Pública para construir un manicomio modelo que nunca llegó a levantarse. El tramo de la Acequia del Norte (o del Oeste) del Canal de Isabel II regó parte de la Dehesa a partir de 1868, siguiendo el proyecto diseñado en 1863 por Juan de Ribera Piferrer para el aprovechamiento del agua sobrante con el riego de huertos, jardines ciudadanos y otras industrias del extrarradio madrileño, obra que en su conjunto fue popularmente conocida como El Canalillo.​ Al inicio del siglo XXI algunos restos del trazado se aprovecharon como senda para peatones y ciclistas, y un breve canal estancado en el anexo parque de Ofelia Nieto.

A finales del siglo xix comenzaron a plantarse grandes extensiones de pino negral en la zona.​ Desde 1901, el estado la entregó en usufructo al Ayuntamiento de Madrid para esparcimiento público; si embargo, en 1924 se intentó cercar para regular el acceso en una iniciativa del jardinero mayor de la Villa, Cecilio Rodríguez, según la denuncia realizada por el diario El Sol del 4/10/1924.

Dehesa de la Villa en 1975


En 1929 se levantó la Ciudad Universitaria de la Universidad Central, que ocupó 320 hectáreas de la antigua Dehesa. Durante la Guerra Civil se convirtió en una línea de defensa de la ciudad y en sus terrenos se desarrollaron fuertes combates. Tras la guerra se construyeron en sus terrenos el Instituto Virgen de la Paloma, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), el Cuartel de la Policía Armada y el Instituto Médico Fabiola de Mora y Aragón.

Dicho esto una vez, abandonada la calle peatonal, giramos a nuestra derecha para seguir por el camino principal que rodea la vaguada que que tenemos frente a nosotros. Este camino ya lo realizamos en otra ruta, pero en sentido inverso, ya que una vez que este camino ha rodeado la vaguada, nos topamos con el Cerro de los Locos, del que ya hablamos en esa otra ruta. Una superado este cerro por debajo, el camino hará una curva de derechas para seguir paralelo a la valla de la parte trasera del CIEMAT.  Dejamos atrás esta vaya y el camino se encuentra de nuevo con un vaguada pero más pequeña, donde se encuentra un observatorio de aves. Gira hacia la izquierda y nos deja en la puerta trasera del CIEMAT y en el trazado de la antigua carretera de la Dehesa de la Villa, que hoy es aprovechada para vías ciclista y peatonal. Giramos en este punto a la derecha y tomamos el camino ascendente hacia Francos Rodríguez de esta antigua carretera. En ella podremos encontrar varios miradores hacia la Sierra de Guadarrama.

La antigua carretera hace varias revueltas ascendiendo hasta la parte superior de la Dehesa. Cuando se acaba, estaremos en una pequeña glorieta, junto a la puerta del famoso Instituto de La Paloma. En esa pequeña glorieta hay una replica de los capirotes de las galerías de ventilación de los viajes del agua, tan característicos. Para ver los auténticos capirotes, vamos caminar paralelos a la calle Francos Rodríguez pero dentro del parque.

Es curioso encontrarse con esta formas en medio del parque, pero su presencia delata que bajo el subsuelo tenemos la galerías de los viajes del agua con un diseño y una estructura digna de conocer.

Con esta bella y curiosa pequeña arquitectura, enfilamos de nuevo nuestros pasos por Francos Rodríguez hacia la misma estación de inicio de la ruta. Os dejamos un pequeño croquis de la ruta, como siempre, y os esperamos en el próximo PASEA TU CIUDAD.