Volvemos a retomar hoy las caminatas relacionadas con colonias históricas fuera de nuestro distrito, que nos acercan sin embargo a otras zonas de nuestro querido Madrid, para que lo conozcamos mejor. En la ruta de hoy caminaremos del orden de 8 kilómetros con una dificultad baja.

En esta ocasión vamos a dirigirnos junto al río Manzanares para recorrer la Colonia Manzanares, y por su cercanía dar un paseo por la cercana Casa de Campo. Para ello hemos elegido el Intercambiador de Transportes de Príncipe Pío para iniciar nuestra andadura para dirigirnos en primer lugar hacia la Ermita de San Antonio de la Florida. Desde el punto de partida nos vamos a dirigir por el Paseo del Rey hasta encontrarnos con un edificio de una simbología artística importante. Nos referimos a la Escuela de Cerámica de Moncloa, distinguible ya desde lejos por su chimeneas de ladrillo visto, pero también por su fachada de estilo neomúdejar.

Bien es cierto que este centro se le conoce también por la Escuela de Cerámica Francisco Alcántara de Madrid se inauguró en 1911, con la dirección y el auspicio de Francisco Alcántara Jurado, humanista, pedagogo, crítico de arte, catedrático y pintor, del entorno de la Institución Libre de Enseñanza.
La primitiva escuela fue instalada inicialmente en el n.º 12 de la calle de Fernando el Católico, de Madrid, en unos locales pertenecientes al antiguo Asilo de San Bernardino. En 1934 se trasladó a los terrenos llamados de «La Tinaja«, junto a la ermita de San Antonio de la Florida, y en los que estuvo también la Escuela-Fábrica de los Zuloaga.​

En 1920, Alcántara consiguió superar los laberintos administrativos al lograr un acuerdo entre el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, de una parte, y el Ayuntamiento de Madrid, de la otra. Ambas instituciones compartirían a partir de ese momento la responsabilidad y el mecenazgo de la nueva Institución, quedando a cargo de la Escuela Municipal las enseñanzas básicas, de grado elemental y medio, y dependientes del Ministerio las especialidades superiores en sus ramas técnica y artística. La construcción de un edificio de nueva planta, encargada al arquitecto Luis Bellido González, y la dotación en las instalaciones de molinos, prensas, tornos y hornos, completarían la realización del proyecto.


El espíritu de la Institución y sus revolucionarios métodos de enseñanza, sumados al respaldo de intelectuales y artistas como Menéndez Pidal, Ortega y Gasset, Sorolla, Muñoz Degrain y los Zuloaga, consiguieron que los trabajos de la Escuela de Cerámica se mostrasen en el Círculo de Bellas Artes y las Escuelas Aguirre o en los patios del Ministerio de Estado y del Ayuntamiento.

Con el estallido de la guerra civil española fue necesario evacuar los edificios por encontrarse estos en plena línea de fuego. Concluida la contienda, en el curso 1939-40 se reanudaron las actividades docentes.
Medio siglo después, en 1984, con la separación de los organismos de gestión municipales y estatales, se crearon dos centros oficiales: la Escuela de Arte Francisco Alcántara, dependiente de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, y la Escuela Municipal de Cerámica. Separados por el jardín, ambos organismos docentes funcionan independientes desde dicha gestión de 1984. El último paso burocrático lo dio dicha Comunidad, implantando los estudios superiores de la especialidad con la finalidad de adaptarse al sistema educativo y a las nuevas tecnologías aplicables a la enseñanza del oficio alfarero


La Escuela de Cerámica Francisco Alcántara, dentro del marco de la homónima Escuela de Arte, continúa emplazada en el parque del Oeste, próxima al edificio y horno de la antigua Real Fábrica de La Moncloa. La aulas y talleres alfareros, instalados en el pabellón Bellido, cuentan con el singular espacio del jardín diseñado por Javier de Winthuysen.

Una vez vista esta joya, giraremos hacia la izquierda, donde justo al lado de esta escuela nos encontraremos con el recoleto y pequeñito Cementerio de los Héroes del 2 de Mayo.

El cementerio de La Florida, en Madrid (España), se halla situado en la zona suroeste del Parque del Oeste, en la calle de Francisco y Jacinto Alcántara, junto a la Escuela de Cerámica de Madrid, a poca distancia de la Ermita de San Antonio de la Florida.

De forma casi simbólica y en una fosa común, están enterrados los restos de las cuarenta y tres víctimas fusiladas en la madrugada del 3 de mayo de 1808 por los soldados del general francés Joaquín Murat, a los pies de la montaña del Príncipe Pío.
En el lugar que ocupa el cementerio existió al parecer, a mediados del siglo XVIII, una alquería o casa de labor, que en 1796 se convirtió en lugar de enterramiento para los empleados del cercano Palacio Real, como camposanto dependiente de la Ermita de San Antonio de la Florida.

El cementerio es un recinto modesto y de reducidas dimensiones, rodeado por un muro de mampostería en aparejo toledano. En el interior se hallan los restos de los fusilados, en dos cajones de plomo y cinc situados en una cripta bajo una pequeña capilla; dos hileras de cipreses, una columna conmemorativa y tres lápidas que recuerdan los fusilamientos. Una de éstas es una reproducción en azulejos, inaugurada en 1982, del cuadro El tres de mayo de 1808 en Madrid de Goya.

Hasta 1917 el cementerio estuvo a cargo de la Cofradía de la Buena Dicha por cesión de Isabel II, ya que al menos dos de los fusilados eran miembros de ésta. Ese año, ante la poca cantidad de cofrades, lo que aboca a la desaparición de la Cofradía, uno de los miembros, Ortiz de Pinedo, que también lo era de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, pasó a esta la gestión. Desde entonces, el cementerio es mantenido gracias a la mensualidad que abonan los miembros de esta Sociedad, constituida en 1839 por excombatientes de las milicias populares. Debido a esto, el cementerio siempre se ha mantenido en una situación precaria por la falta de apoyos económicos, ocupándose por ejemplo de la jardinería en la actualidad la vecina Escuela de Cerámica. Aunque la situación más grave para la superveniencia del pequeño camposanto se dio cuando el Ayuntamiento quiso vaciarlo y trasladar los restos de los fusilados al Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, circunstancia que finalmente pudo evitar la Sociedad Filantrópica.

Entre 1931, año en que se cerró al público, y 1939, se llamó Cementerio del Coronel Montesinos, en recuerdo del militar Manuel Montesinos y Molina. Después de unas obras de restauración sufragadas por la Junta Municipal del distrito de Moncloa, fue reabierto el 2 de mayo de 1981 por el entonces alcalde Enrique Tierno Galván, aunque posteriormente, debido a diversos actos vandálicos que empezó a sufrir, fue cerrado de nuevo.

Posteriormente fue restaurado de nuevo en 2008, año del Bicentenario del Levantamiento. La rehabilitación, llevada a cabo por el arquitecto Antonio Lopera, duró tres meses, con un coste de 120.000 euros aportados por el Ayuntamiento, y fue inaugurada por el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón el 24 de abril. Incluyó la reforma de los muros y la realización de un drenaje de hasta dos metros de profundidad para evitar la humedad.

El cementerio permanece cerrado todo el año salvo el día 2 de mayo, Día de la Comunidad de Madrid, en que se conmemora el Levantamiento por parte de la Sociedad de Milicianos, con asistencia del Presidente de la Comunidad de Madrid y el Alcalde de la ciudad, que hacen una ofrenda floral en recuerdo de los enterrados.

Seguimos nuestro periplo dirigiendo nuestro pasos hacia la pasarela que nos encontramos un poco más abajo del cementerio y que se encuentra junto a un jardín en recuerdo de Francisco de Goya y Lucientes, como no podía ser menos, y que lo veréis en los increíbles murales que dibujan cada una de las letras de su ilustre apellido.
Y aquí no acaba la cosa porque esta pasarela nos va a dejar justo detrás de la Ermita de San Antonio de la Florida.
La ermita de San Antonio de la Florida (conocida también como Real Ermita de San Antonio de la Florida), se encuentra situada en la plaza del mismo nombre, y se considera como la única superviviente de las tres ermitas dedicadas a san Antonio de Padua que hubo a las afueras de Madrid (esta de la Florida, Alemanes y Retiro). Se ubica en el distrito de Moncloa-Aravaca y es la tercera ermita construida en las cercanías. Fue catalogada como monumento histórico-artístico en el año 1905. La denominación de la ermita, debería ser desde comienzos del siglo xx, en plural, es decir: las ermitas de San Antonio. Son dos ermitas similares que desde 1929 se han especializado en dos vertientes: una de ellas ofrece al público las decoraciones murales obra de Francisco de Goya (siendo además museo y panteón del pintor), mientras que la otra está habilitada sólo para el culto religioso.


Desde el siglo xix se celebra en sus cercanías la verbena de San Antonio de la Florida cada 13 de junio (considerada popularmente una de las primeras verbenas del año), que con el tiempo se han ido convirtiendo de romería en verbena.​ Verbena que ejecuta todavía el ritual de los trece alfileres, así como la recogida de panes del santo. Estas dos ermitas, junto con la de San Isidro y de la Virgen del Puerto (convertida en iglesia rectoral) son las únicas supervivientes en Madrid a comienzos del siglo XXI.
No nos queda otra que cuando pase todo esto, acercarnos a San Antonio a ver cuando alfileres se nos clavan.

Mientras tanto seguimos nuestro pasos para cruzar el Paseo de la Florida en dirección al río Manzanares, donde antes vamos a cruzar unos de los puentes más bellos sobre nuestro querido río. Nos referimos al Puente de la Reina Victoria.

El puente de la Reina Victoria, conocido popularmente como puente de la Reina, es una construcción de principios del siglo XX, que presenta ciertos toques modernistas. Cruza el Manzanares, conectando las calles de Aniceto Marinas, que discurre paralela a la margen izquierda del río, y de la Ribera del Manzanares, que hace lo propio en la orilla derecha.

Se trata de un importante nudo viario de la zona urbana de San Antonio de la Florida (donde se encuentra la ermita del mismo nombre y su réplica), al comunicar la Colonia de San Antonio de la Florida y la Colonia del Manzanares, que forman parte del popularmente llamado Barrio de la Bombilla.


Este puente sustituyó a uno anterior, conocido como Puente Verde, en alusión al color de su barandilla. Sus autores fueron el ingeniero José Eugenio Ribera Dutaste y el arquitecto Julio Martínez-Zapata Rodríguez, quienes diseñaron el proyecto en 1907.

Las obras fueron ejecutadas en diez meses entre 1908 y 1909, procediéndose a su apertura el 13 de junio de este último año. Su inauguración se hizo coincidir con la festividad de San Antonio de Padua, a quien está consagrada la ermita de San Antonio de la Florida, cuya cúpula y pechinas pintó Francisco de Goya en 1798.

Con la llegada de la Segunda República, recibió la denominación de Puente de Galicia. Una vez finalizada la Guerra Civil, recuperó su nombre original, que fue dado en honor a la reina Victoria Eugenia, con la que contrajo matrimonio Alfonso XIII el 31 de mayo de 1906.


El puente presenta dos carriles, uno por cada sentido. Se sostiene sobre dos arcos elípticos paralelos, realizadas en hormigón armado, que se unen al tablero mediante ejes verticales, que dejan al descubierto diferentes vanos, otorgando una gran ligereza al conjunto. Fue el primer puente en España en el que se aplicó esta técnica de dobles arcos gemelos desarrollada por el ingeniero francés Paul Séjourné, lo que aligera considerablemente el peso de la estructura si se compara con una bóveda continua. Las corrientes modernistas de la época están presentes en sus elementos ornamentales, que se concentran preferentemente en el tablero. Sobre éste se sitúan cuatro jarrones y ocho farolas de hierro (dos y cuatro en cada extremo), en cuya base aparecen forjados diferentes osos rampantes, en clara referencia al escudo heráldico de Madrid. El pretil lo conforman varios balaustres de piedra, que se unen entre sí mediante una verja artística, igualmente realizada en hierro.

El puente está orientado en dirección noroeste-sureste. Aguas abajo, se sitúa una de las esclusas construidas sobre el Manzanares en las obras de canalización del río emprendidas a mediados del siglo XX. Aguas arriba, se encuentran los cables del Teleférico de Madrid, que comunica el Paseo de Rosales con la Casa de Campo, cruzando el río. En sus inmediaciones, existen diferentes puestos para la pesca.

Y una vez hecha esta breve parada, nos encaminamos ya hacia la Colonia Manzanares que se encuentra ya muy próxima, para lo que tomamos río arriba en dirección al puente de Los Franceses que se asoma al fondo, por la calle Ribera del Manzanares hasta que a nuestra izquierda confluye con la calle Santa Comba que nos da ya entrada a la colonia.

La colonia Manzanares, no se llamó así en un principio y tenemos poca información a cerca de su origen y su posterior semidestrucción durante la Guerra Civil Española. Si sabemos que lo que hoy se conserva sobre la base original de la colonia, fue reconstruida en los años 40 por el Patronato de Áreas Devastadas, ya que quedó bastante dañada tras la contienda. Recordad que el frente de Madrid más activo se situaba precisamente en esta zona y en la Casa de Campo.

Construida en 1928, fue bautizada como colonia de los Infantes, porque se destinó a los funcionarios del Palacio Real, que no quedaba muy lejos. Como se puede apreciar en la foto área de sus orígenes, se constituyó entorno a una plaza central desde donde se distribuían el resto de calles, muy parecido a nuestra ya conocida Colonia Histórica de Cruz del Rayo.
Las casas que sobraron fueron entregadas a los ferroviarios de RENFE y a los tranviarios, por lo que la colonia empezó a ser conocida por la colonia Obrera. 

Con el tiempo adoptó el nombre de Manzanares por su cercanía al río. En la actualidad, forma un conjunto de casas unifamiliares situadas entre el Puente de los Franceses, el río y la M-30.

Vamos a poder deleitarnos con esta colonia recorriendo la calles de Santa Comba, Paseo del Comadante Fortea, calle Bahía, calle Lanzada, para hacer un breve descanso en la plaza central de la colonia, que lleva el nombre de Plaza Meseta.

Para dirigirnos a nuestro último objetivo de hoy, la Casa de Campo, y despedirnos bien de esta bonita colonia, vamos a tomar la calle Península en dirección a la M-30 para tomar la calle Bahía, que es la calle circular de la colonia. Esto nos va a permitir dar un pequeño paseo y cuando nos volvamos a encontrar de nuevo con la calle Península, pero en su parte más cercana al río, la seguiremos para salir de nuevo a la calle Ribera del Manzanares, que tomaremos a nuestra izquierda.
A escasos 300 metros confluye a nuestra izquierda la calle Santa Fe, que tomaremos, y a unos 100 metros confluye a nuestra derecha la calle Santa Pola, que tomaremos hasta el final, donde ya podremos ver la pasarela que nos hará sortear la M-30 y entrar ya en la Casa de Campo.
Una vez entramos a la Casa de Campo debemos tomar a nuestra izquierda el Paseo Piñonero. Es recomendable andar por los caminos laterales paralelos, ya que en algún momento la presencia de bastantes ciclistas puede hacer incómoda la caminata.

Vamos a dejar en primer lugar la antigua carretera de Garabitas, el famoso cerro, a nuestra derecha, pero nosotros seguimos paralelos a la M-30. Nuestro camino confluye en una glorieta que ya tiene circulación a motor, que toma el nombre de Plaza de las Moreras. Muy cerquita de allí a nuestra derecha podemos encontrar una de la fuentes más singulares de la Casa de Campo. Nos referimos a la Fuente del Pajarito, donde paramos a beber agua.

Retomaremos nuestros pasos por el Paseo de Piñoneros hasta que en apenas 1 kilómetro nos va a dejar en el Lago de la Casa de Campo.


El lago de la Casa de Campo es un estanque artificial de origen renacentista, situado en el parque homónimo, dentro de una de las superficies forestales más extensas de Madrid. Procede de la conjunción parcial de una serie de embalses primitivos, construidos en los años 1560 por Pierre Jasen y Adrian van der Müller, dentro del proyecto paisajístico que Felipe II encomendó al arquitecto Juan Bautista de Toledo, para el acondicionamiento del Real Sitio de la Casa de Campo.

El lago actual posee una superficie de 80.150 y tiene un volumen de agua de 164. 883 . Dispone de un embarcadero, que posibilita la navegación recreativa, y está habilitado para la práctica de ciertos deportes, como el remo olímpico, el piragüismo, el kayak-polo, la pesca deportiva con retorno o el triatlón.


Tras un paseo sobre las orillas del Lago, hicimos una breve parada para tomar la caña de rigor en los kioskos de la zona, y encaminamos nuestro pasos hacia la cercana estación de Metro de Lago, donde finalizamos nuestro periplo de hoy.

Os dejamos como siempre un breve croquis y os emplazamos la semana que viene a nuestro próximo Pasea tu Ciudad.